Mi chica vainilla y coco
Para Franca
Tengo una hija a quien llamo, mi chica vainilla y coco,
Y es por la fragancia que a su paso deja su presencia,
Su ausencia y hasta sus pertenencias.
Entra, sale corre, vuela, que las horas no le alcanzan,
Que la vida tiene plena;
Yo de a ratitos la veo si soy afortunada,
Pero siempre la huelo…
“! !Hola! !Salgo en un rato!…!llegue, pero vuelvo a salir!”
Pero siempre en cada giro deja su rastro de vainilla y coco.
Nada le negó la vida, es brillante, hermosa, con carácter,
Pero en el orden…un desorden porque a su ritmo no hay tiempo de sandeces,
Es un desorden en la que imagino ella está inmersa,
Pues todo su espacio aunque sin ella, huele a vainilla coco.
Estamos en esa etapa de la vida donde ella es un best seller y
Yo un buen libro pero viejo y ya olvidado.
Esa donde las madres somos por unos años prolijamente en un rinconcito acomodadas.
Nada de nuestra experiencia les sirve, ella mucho mas sabe,
El tiempo fue ganado para ella, para mí, su madre, el reloj quedó parado.
Y si, disputas tenemos, rencillas, malentendidos,
Ella hace un giro gracioso, ni argumentar me deja,
Se retira altiva y orgullosa quedándome embriagada y sola
de esa su fragancia vainilla y coco.
Mientras teniéndola conmigo, no está presente,
Vago por su espacio inhalando como una adicta su esencia
en la ausencia, vainilla y coco….
Si la añoranza es mucha, revuelvo entre sus ropas hasta encontrar una que usándola en mi piel calme mi angustia de sentirla lejos,
No un lejos de distancia, un lejos de inevitable próxima independencia.
Y es desgranando esta palabrería que me he dado cuenta
¡hay chica mía!,
Que cuando llegue ese día,
No habrá frasco en el mundo que contenga cantidad suficiente
de fragancia de vainilla y coco.
Porque no será la fragancia que alivie la pena de no tenerte
sino rememorar me que ya has partido del nido,
mi chica vainilla y coco.
Claudia Mattenet
Mayo del 2014, Barcelona