Cuando EL Haya Muerto

Si tú lo conoces, si tú de nuestra historia has sabido
Por caridad te pido hazme saber cuándo Él se haya ido.
Que no te tiemblen los labios, ¡ya solo dímelo!,
Hazme saber que el ya no está que ha partido.
Permíteme recordarlo entre los muertos y llorarlo,
En vez de tontamente Ilusionada con volver a verlo.
Engañada, seguir pensándolo aún vivo.

Déjame soñar Llevarle imaginarias flores a su descanso
Gemir a escondidas tratando de atrapar recuerdos
Que se escurrirán entre mis manos como arena.
Si te enteras de su muerte accidentalmente y de mi amor sabes
Llámame y cuéntame cuando y como se ha sido.
No te atemorice ni mi edad ni mi pena
Mas muerta en vida estaré en la incertidumbre.

Si hasta me tienta la idea que en vez de poesía sea esta una carta,
Para algunas personas directamente dirigida.
Pero no puedo, ¡hay amor prohibido!
Hasta en su ocaso mantengo escondido.
Ojala me leas, o te dé YO lastima, para que me llames,
Y puedas decir: «Suéltale la mano, Él ya ha ido»

CLAUDIA MATTENET

Noviembre 2022

Tu Tiempo

la imagen muestra la conexión de las experiencias humanas a través del tiempo. La vida esta hecha de tiempo.

Los “buenos días”, serían diferentes,
Si supiésemos con certeza cuantos hay hacia adelante.
Un “buenas noches”, sería más prolongado y afectuoso,
Si tuviéramos garantías de que el amanecer está asegurado.
Un “hasta luego”, sería realmente cierto,
Si la persona que lo recibe la volviésemos a ver, certeramente.

¿Hola, como estas?, no sería una pregunta de forma,
Si estuviésemos dispuestos a escuchar la verdadera respuesta.
“Nos juntamos un día de estos”, no sería una formalidad para evitar fecha,
Si supiésemos que a quien se la decimos, está hambrienta de ellas.
Esa llamada ignorada de nuestros padres por estar ocupados,
No la perderíamos, si algún día fuese la última.


Esa disculpa pendiente no será algo que lamentaremos,
Si quien la espera cuando vayamos a dársela, ya sea tarde.
El cuento que no leíste a un hijo cuando te fue pedido,
No podrá ser cumplido cuando este haya crecido.

Vivimos pensándonos artífices de nuestro tiempo.
Sin importar la edad, nuestra salud, El tiempo es nuestro.
Lo manejamos, estiramos, manipulamos, como si fuésemos dioses,
De algo que no depende de nosotros, sino de una quimera.

Cada persona tiene su propio tiempo signado, que desconoce.
Es el recurso más valioso de su vida, del que menos dominio tiene.
El tiempo que le ha sido conferido no lo conoce, tampoco es suyo.
Cada segundo que desaproveche no le será restituido.
No es solo para Tí, es para todos lo que amas y te aman, ¡Aprovéchalo!
Considerando que hoy puede ser el final de este,
Tú tiempo.



Claudia Mattenet
Julio 2020

Loba Esteparia



Inasible en su soledad disimulada
Construida en una vida de armadura
Cortés, afable, agradable, mansa
Loba esteparia disimulada.
Animal, humana, instinto y razón,
Dominada por uno u el otro según la ocasión.
 
Dura corteza como fortaleza en piedra
Ella callara para disimular  dulzura,
Esconderá su soledad eterna hecha carne
Mostrará su perfil cordial, afable
No habrá forma que te des cuenta.
 
Qué No te engañe, ella no es eso,
Escondida esta tras sus muros de pellejo.
No dejara que veas su vulnerabilidad aviesa,
Por experiencia sabe que la evidencia  expone
Que si la hieren no hay coraza que la proteja.
 
Loba esteparia transmutada en persona,
Agradable y sociable se mezclara entre la gente,
Pero olerá el peligro y se ocultara tras su pellejo,
Rápida, rauda .Cuando lo notes, ya estará lejos.
 
Porque aprendió el arte del aislamiento defensivo
De quien no tiene maldad y está en desventaja,
De ser herida, lastimada ya tantas veces,
Se calzo la piel de loba y aprendió a huir estando quieta.
 
Loba esteparia, Loba pequeña
Déjala sola. Qué bien se lame
Ella te huele en su guarida
Y solo saldrá, cuando ya no tema,
O cuando tú estés lejos.


CLAUDIA MATTENET
Mayo 2019
 

Pinceladas de Murmullos

Dedicado a Cecilia


Tarde de pintura en la casona de olivos
Descubriendo la magia de producir colores,
Distintos matices de ellos aparecen,
Pinceladas cautas sobre un lienzo nuevo.
 
Tarde de reunión entre mujeres,
Mancomunadas por historias cruzadas tras caballetes,
Confidencias que entre el aprendizaje llegan,
Se mezclan con oleos, se impregnan en  telas.
 
Murmullos  atrapados quedaran en alguna pieza, 
Confidencias de amigas, que solo allí  se cuentan,
Donde no hay pintura que más hermosa que otra sea,
Sino solo esfuerzo, y el sello personal de cada autora.
 
Ella, la que enseña, se confunde entre nosotras,
Con su humilde intervención nos empuja a la aventura,
¡Que sea disfrute!, ¡que sea relajo!, ¡que te divierta!, son sus consignas
Mientras las dice te sirve un té con torta casera.
 
La magia entonces se produce, 
Los pinceles bailan los colores ciegan,
El tiempo vuela, la clase acaba,
Yo que me voy plena esperando verlas en la próxima escena.
Tarde de pintura, en la casona llena.

Claudia Mattenet
 
Septiembre  2018

Amor En Penitencia

Amor En Penitencia

Dedicada a : Laura Beatriz Davis de V.

Él un hombre maduro, nada lo distingue
Pelo cano, barriga, y de andar en su tiempo
Pero vive sus días como niño travieso
Esconde en sigilo un íntimo enigma, una confidencia
Desde hace tanto pero tanto tiempo
Un amor secreto un amor primero
Que fue su desdicha o quizá  su ambrosía
Que de tanto amarse le marco la vida.

Mas no están juntos, alguien se interpuso
El orgullo de ella no perdonó entonces
Y en su cobardía  El, no la eligió a Ella.

Dicen que ella la malvada de tan traicionada
Mirando a los ojos a la afortunada, soltó un maleficio
“Lo tendrás Tú, pero en Mi pensará cuando este contigo
Por toda la vida que esté en tu abrigo”.
Chispitas purpura sellaron el embrujo
Y la despechada sangró lacerante y lejos.

Pasaron años, décadas, vidas
Vivió cada uno con otro amor a su lado
La pasión perdida sujeta a un costado, bien disimulada’

Nacieron los hijos, se tejieron vidas historias, familias
Ellos, siempre separados, siempre conectados
En tiempos modernos, difícil evitarlo
Un insoslayable  amor resignado
Un desesperado amor arriesgado.

Treinta años pasaron juntos, distanciados
Pero con el ansia intacta, despierto el anhelo
Amantes de siempre, en la lontananza
Acaso lograron momentos robados
Más grandes en recuerdo por atesorarlo
E intenso en temor de ser atrapados.

Era solo cuestión de tiempo para El ser pillado
Por el hechizo estaba condenado,
Sus ojos claros lo han traicionado,
Con la cara de ella en su iris pintada
Pensándola, amándola, aunque lo ha negado.

Hoy está castigado, está en penitencia.
Prohibido llamarla, buscarla, pensarla,
Su solo nombre es mala palabra.
De tecnología Nada le han dejado.
No tiene correo, ni hablar de un móvil, o redes sociales.
A donde se mueva siempre lo acompañan, ya nunca va solo,
Para que no escape, siquiera lo intente,
No sea la llame, que a ella contacte,
Que acuerden en verse.

Son dos lunas llenas, no deben chocarse,
Ya que si lo hicieran que eclipse tan grande.
Alma mía:!que en la oscuridad ya no te vería!
!Qué yo de verte ya no necesito!
Se tus contornos, sigo tus olores,
!Que ya no me pierdo!, !allí yo te encuentro!
Y perdemos ambos, tanto que tenemos.

Claudia Mattenet

2017 enero

Desamor Cotidiano

Desamor cotidiano

Cuando el amor termina, cuando ya nada funciona
Se apilan los años convividos, los recuerdos de buscarlo
El respeto que la ciñe, la lealtad que la aprisiona
Y la indecible pena por el otro, sabiendo que al ya No amarlo
Fracturado quedara con su partida.
Odiándose por las mismas cosas que aún no animaron su ida
Culpándose por los recuerdos que la mantienen unida
Sincerándose finalmente a lo que cueste la herida.

Porque sabe que nada cambia, ha recorrido el trayecto.
Que aunque le ame, el lugar que tiene no es al que aspira.
Que se le fue la vida en la batalla de pedir proyectos.
Donde Su necedad de tenerlo todo bajo control, gira
Le consagró la seguridad necesitada.
Arrasando su amor que no quiso control juzgando.
Transitan ese momento de pareja, turbada
Donde a uno el amor se le murió; agonizo, avisando.

El en su negación se encerró, a enmendarla,
Y quizás para recobrarlo, rebusco en lo pactado
A la pasión extinta inyectarle adrenalina !resucitarla!
Conviven día tras día mirándose, midiéndose aterrados.
Que si le habla no sabe qué, articular.
Que si algo le dice, a callarse adhiere.
Escasean acciones a contraatacar
Pero cambiar no quiere, o no prospere.

Ella, que le signo el desamor hoy lo ve, “amigo”
Desconoce cómo seguir perdida en recuerdos
Acontecen días sin hablarse como enemigos
No porque hayan olvidado la causa del desacuerdo
Solo que el desamor se les ha instalado.
Comenzando a desarmar la cotidianidad del afecto
Treinta años aliados, amor gastado,
Realizada una vida, compartido el trayecto.

En la soledad angustiada escarba entre sus valores
La significación de saberse buenas personas
Agobiada, con culpa de dejarlo sin resquemores
Cuando llegó el periodo de cuidarlo, se lo cuestiona.
Si quedase a su lado su alma morirá cautiva,
Inmolara su pasión, su creatividad, su alegría,
Sus deseos, su frenesí por la vida.
Y sé que ella lo haría por decencia y por cobardía.

Claudia Mattenet

Febrero 2018

Mi Fe

Mi fe

Le he buscado en los libros, En las enseñanzas, en la parábola
En la fe de semejantes, En el raconto de los milagros
En las maravillas de la tierra, En la belleza que enarbola
En lo inexplicable, lo inabarcable y magro
En el milagro de la vida y en la muerte, sola.

Me aprendí  catecismos, vague por mil religiones,
Buscando al ser infinito dentro de mil catedrales
Con su don de ubicuidad, aguarde a que me adicione,
Que su fe inundara mis vaguedades conceptuales
Ante tanta magnificencia sostuve mis negaciones
Por qué necia debiera de ser si frente a realidades tales
Agnóstica fuese, insensatez mis confusiones.

Pero siempre estaba la duda, era un Dios o era la ciencia
Y cuanto más excavaba, en la creación  entera,
Cada maravilla terrena, concepción, vida, muerte, creencia
Tenía su correlato empírico, por divino que yo lo viera.

Un día en las personas  identifique las virtudes
Las que tienen algunos humanos; dichosos
Unos, las excepciones son pródigos en actitudes
Son sabios, íntegros, menesterosos, dadivosos,
Pacientes, sacrificados, confiados, y esperanzados.                             

Leales, tolerantes, corteses y valerosos
Bondadosos, serviciales, justos y delicados
Honrados, alegres  y respetuosos
Humildes,  compasivos, y abnegados.

Conmueve  ver algún don de estos en las personas
Con algunas, ya es copioso. Prodigioso la integridad
Debe haber un Dios que eligió a estas almas campeonas
Para encauzar al prójimo en su ingenuidad
El camino, el correcto, el del bien, el que cuestionas.

Si no tienes fe como yo no la he atesorado
En ese Dios mentado al que no puedes avistar
Busca estas personas. Te rodean, las has mirado
Al verlas no las has notado, difíciles son de abarcar
Seres anónimos iguales, pero mezclados
Sabrás reconocerlos, tendrán virtudes de destacar.                     

Síguelos, imítalos, refléjate. No son fáciles de encontrar
Se cruzan en tu  camino, como faro a llamear
Mostrándote con su ejemplo, la forma de vida a moldear
Descifra en tu prójimo la virtud a sobresaltar
Aférrate a ella, y déjate llevar.

Claudia Mattenet
Agosto 2017

La Pelusa

LA PELUSA

Sigo las hileras del mantón que abriga, por laboriosas manos en telar tejido.
Verticales y horizontales las hebras se entrelazan en tono monocolor, apretadas, juntitas.
Cada tanto un tramo de hilos multicolores y vibrantes se interpone, sin pedir permiso,
Y como la vida se asemeja a un patrón que se repite y transitas,
Los hilos verticales son los que empujan adelante, o hacia atrás suspendidos.
Los horizontales son salidas hacia los costados, izquierda o derecha, tu favorita.

Hay un momento de decisión, y es antes de que el tejedor con su peine comprima las hebras.
Como en la vida, es un instante, o lo tomas y te lanzas, o lo dejas y te quedas.
El tramo multicolor en un cambio drástico sobre el tono base, es su vértebra,
Un rayo de luz, un vuelco en la rutina, un resplandor de tonos como ruedas.
Fucsia, amarillo, naranja, verdes, azul, rojo, magenta, colores palabras,
Irrumpen en la rutina del monocromático mantón que la vida teje.

Como un tajo abrupto pero de contraste hermoso, por donde si lo deseo, Yo huyo.
.
Disimuladamente escapo por el borde del mantón, robándome multicolores hebras suyas.
Antes de que la tejedora vida empiece de nuevo con el tono monocolor, mortaja.

Con cuidado evito que el peine de la tejedora me apriete de nuevo al mantón de la vida.
Sigilosa, camuflada entre mis hilos escapo a vivir mi propia aventura.
Hasta que la tejedora eche en falta la hebra monocromática cuando recomience abatida,
Luego de tanto colorinche rabioso, de desmesura.

¿Y si no huyo? , Dudo. ¿Y si vuelvo? ¡Hay cabeza loca!
Pero ya estoy fuera del mantón de vida, es  solo el miedo de ser libre el que se siente.
Con mi toca verde, vestido naranja, chalina rosa y botitas rojas, que pesan como rocas.
Viviré afuera del apretado tejido del mantón de vida, autosuficiente.
Estiraré en mi cuerpo, seré libre a donde ir quiera, o donde toca.

Bailaré por las noches como loca en las zonas de tonos camaradas,
Para recordarles que el color existe, llamarada en cobre.
Y cuando me canse y solo de habituada,
Dormiré sobre los listones de colores en fiebre,
Pero no atrapada, libre, hecha una pelusa, una lumbre,
Camuflándome entre los mil tonos de mis compañeras hebras atrapadas y apretadas,
Contándoles en su eterna prisión, mis aventuras llenas de relumbre.

CLAUDIA MATTENET

JULIO 2017

Bernardo


Bernardo

No vino a la fiesta de casamiento
Pero sé que mi suegra lo trajo amarrado a su costado
Y mis cuñados  asociaron en sus recuerdos, ¡Si El estuviera ¡
A pesar de que ya faltaba desde hacía tanto tiempo
Mi suegro siempre estuvo entre nosotros
Bernardo se llama. No digo, se llamaba
De El conozco más que su foto, solo una foto

 

Viajo con nosotros y en aquel entonces, mi novio
Cuando intentamos dejar una amada Buenos Aires
Y fue quizás en la distancia que mi novio entonces
Dieciocho años después pudo llorar su ausencia
Hacer su duelo, vaciar el alma, verter las lágrimas
Que la sorpresa, incredulidad, y rabia de su ausencia
Taparon dieciocho años tremenda carencia.

Bernardo creció con mis hijos y como en un cuento
La historia de sus anécdotas moldeó su esencia
Fue un abuelo presente siempre en su inexistencia
A Él se le pedía, a Él se le invocaba, con Él se ejemplificaba
Y también a Él se visitaba.

 

Como paseo de domingo partían mis hijos
Con su padre a ver su tumba, perfumados
Y en esos momentos de recuerdos,
Sé que tal vez invisible Él corporizado
Bendiciones de ángel suspiraba

 

Pudimos leer las cartas que dejo escritas a sus hijos
Consejos, recomendaciones de vida, instrucciones
Y hasta mi hija le escribió su propia carta

 

Bernardo se llama el abuelo de mis hijos
El único que tuvieron, que jamás estuvo vivo
Porque no hizo falta, porque existió siempre
Que con tanta ausencia, inundo presencia.

 

Treinta años después aquella fiesta
Sigo necesitando el pecho de mi suegro
Para refugiarme.

 

Claudia Mattenet
Diciembre 2016

Amalita

amalita

Amalita
Si algo recuerdo de mi infancia, no son juguetes, golosinas, ni cumpleaños
Sino a una mujer fuerte, aunque delgadísima, de profundos ojos celeste
Vino a mi casa todos los días, y eso que tuvimos siempre empleada,
No falto un solo día en una obligación auto impuesta
Rápida, presurosa, cargada siempre de no sé qué cosa
Se instalaba en sus dominios, la cocina, y con su alquimia
Preparaba con lo que hubiera sus recetas, y si algo faltaba lo reemplazaba
Así era ella mi abuela, mi madre, mi querida Amalia.

Era una eximia costurera de las de antes, de las que diseñaban
Hacían sus moldes, y la tela la calculaban en forma exacta
Con su Singer a pedal con corredera que no cambio nunca con los años
No necesitaba un maniquí para elaborar sus vestidos, solo la clienta
Y cuando se empecinaban en mostrarle la recién salida revista “Burda”
No necesitaba calcar sus moldes para sacar un modelo de la misma.

Fue una abuela madre mía y de mis hermanos
No nos hablaba si había peleas, sencillamente nos sopapeaba
¡Y aun me sorprende el peso de esa mano pequeña del cuerpo frágil
Que subestime, endurecida a palote de amasar años.
Tallarín cortado a cuchilla, ravioles de calabaza
¡La desafío la “pastalinda”, pero no le igualo esa masa ¡

De grande ya vivía sola en su departamento por el que tanto lucho
Gozando de una independencia negada en sus años mozos y no tanto.
Sus hijos marcharon al exilio voluntario y quede yo al final con ella.
Disfrutando sus mejores últimos 28 años.
El tiempo le había macerado un humor fino, y un cinismo exquisito
Que le permitía reírse de las paradojas de la vida.

Hija de una familia de inmigrantes italianos,
Hermana mujer de entre nueve mayoría varones.
Vagos que no sirven y hay que atenderlos recitaba entonces.
Criada en el campo, abandonada a su suerte,
De escasa voluptuosidad para canones de su época,
Había logrado casarse y escapar de ese destino.
Fue madre de un casal, a los que hizo profesionales,
Ella que solo tenía quinto grado, toda una conquista.
Hasta que su marido la dejo viuda con tan solo 50 años.
Y lo peor no fue que la dejo viuda, sino que la dejo sin casa propia.

Amalita en la mitad de su vida no se puso a llorar, ella era un roble
Se puse el delantal, he hizo lo que sabía hacer, la costura
Y fue gracias a eso que logro no solo su casa propia sino su jubilación.
Sin faltar un solo día a mí casa, la de su hija, que, sea dicho
“No había parado esa mujer de tener hijos”, ya que éramos cinco
Y dejaba infaltablemente la cena preparada para 7 personas.

Por esas vueltas de la vida cuando me toco ser madre estuvo a mi lado,
Y cerramos el círculo de vida de forma diferente, éramos,
Bisabuela, madre bisnieta pero en realidad, fue para mis hijos abuela.
Disuelta ya la familia de su hija la rutina se invirtió y era a mi casa donde venia.
Su ritmo ya no era el mismo, más cansina, no tan de prisa.
Pero sus charlas, ¡hay que daría por reírme de nuevo con sus disparates!

A sus noventa y seis estaba convencída de que Dios
Había olvidado de que estaba aún en la tierra.
De forma tal que nos esforzamos en plegarias para recordárselo.
De más está decir que su lucidez estaba intacta, creo que me superaba.
Y si algo dan los años creo que es una lógica pragmática envidiable
Que le permitía abusar del alcohol sin problema.
Ya que si hasta “ahora no me he muerto”
Tintillo con unas cucharadas de azúcar, su preferido.

Cuando se decidió que tenía que ir a un geriátrico.
Ella se encargaba de entretener a los que estaban peor que ella.
La pusieron en una habitación sola, creo que por lo mucho que charlaba.
Su bisnieta la visitaba y paseaba durante la semana.
Los fines de semana estaba en mi casa.
El alcohol lo contrabandeábamos de diversas formas.
Y sus hijos cada uno la visitaban una vez al año.

Me hizo prometer que no la internaría en un hospital
Y no permitiría que nadie lo hiciera
Un jueves la saqué de la guardia de uno,
Pesaba tan poco que la alce en mis brazos.
El viernes falleció en una sedación en medio de una transfusión.
Tenía noventa y ocho años cuando Dios la recordó
Yo la extraño día a día.

 

Claudia Mattenet