Mi Fe

Mi fe

Le he buscado en los libros, En las enseñanzas, en la parábola
En la fe de semejantes, En el raconto de los milagros
En las maravillas de la tierra, En la belleza que enarbola
En lo inexplicable, lo inabarcable y magro
En el milagro de la vida y en la muerte, sola.

Me aprendí  catecismos, vague por mil religiones,
Buscando al ser infinito dentro de mil catedrales
Con su don de ubicuidad, aguarde a que me adicione,
Que su fe inundara mis vaguedades conceptuales
Ante tanta magnificencia sostuve mis negaciones
Por qué necia debiera de ser si frente a realidades tales
Agnóstica fuese, insensatez mis confusiones.

Pero siempre estaba la duda, era un Dios o era la ciencia
Y cuanto más excavaba, en la creación  entera,
Cada maravilla terrena, concepción, vida, muerte, creencia
Tenía su correlato empírico, por divino que yo lo viera.

Un día en las personas  identifique las virtudes
Las que tienen algunos humanos; dichosos
Unos, las excepciones son pródigos en actitudes
Son sabios, íntegros, menesterosos, dadivosos,
Pacientes, sacrificados, confiados, y esperanzados.                             

Leales, tolerantes, corteses y valerosos
Bondadosos, serviciales, justos y delicados
Honrados, alegres  y respetuosos
Humildes,  compasivos, y abnegados.

Conmueve  ver algún don de estos en las personas
Con algunas, ya es copioso. Prodigioso la integridad
Debe haber un Dios que eligió a estas almas campeonas
Para encauzar al prójimo en su ingenuidad
El camino, el correcto, el del bien, el que cuestionas.

Si no tienes fe como yo no la he atesorado
En ese Dios mentado al que no puedes avistar
Busca estas personas. Te rodean, las has mirado
Al verlas no las has notado, difíciles son de abarcar
Seres anónimos iguales, pero mezclados
Sabrás reconocerlos, tendrán virtudes de destacar.                     

Síguelos, imítalos, refléjate. No son fáciles de encontrar
Se cruzan en tu  camino, como faro a llamear
Mostrándote con su ejemplo, la forma de vida a moldear
Descifra en tu prójimo la virtud a sobresaltar
Aférrate a ella, y déjate llevar.

Claudia Mattenet
Agosto 2017

La Pelusa

LA PELUSA

Sigo las hileras del mantón que abriga, por laboriosas manos en telar tejido.
Verticales y horizontales las hebras se entrelazan en tono monocolor, apretadas, juntitas.
Cada tanto un tramo de hilos multicolores y vibrantes se interpone, sin pedir permiso,
Y como la vida se asemeja a un patrón que se repite y transitas,
Los hilos verticales son los que empujan adelante, o hacia atrás suspendidos.
Los horizontales son salidas hacia los costados, izquierda o derecha, tu favorita.

Hay un momento de decisión, y es antes de que el tejedor con su peine comprima las hebras.
Como en la vida, es un instante, o lo tomas y te lanzas, o lo dejas y te quedas.
El tramo multicolor en un cambio drástico sobre el tono base, es su vértebra,
Un rayo de luz, un vuelco en la rutina, un resplandor de tonos como ruedas.
Fucsia, amarillo, naranja, verdes, azul, rojo, magenta, colores palabras,
Irrumpen en la rutina del monocromático mantón que la vida teje.

Como un tajo abrupto pero de contraste hermoso, por donde si lo deseo, Yo huyo.
.
Disimuladamente escapo por el borde del mantón, robándome multicolores hebras suyas.
Antes de que la tejedora vida empiece de nuevo con el tono monocolor, mortaja.

Con cuidado evito que el peine de la tejedora me apriete de nuevo al mantón de la vida.
Sigilosa, camuflada entre mis hilos escapo a vivir mi propia aventura.
Hasta que la tejedora eche en falta la hebra monocromática cuando recomience abatida,
Luego de tanto colorinche rabioso, de desmesura.

¿Y si no huyo? , Dudo. ¿Y si vuelvo? ¡Hay cabeza loca!
Pero ya estoy fuera del mantón de vida, es  solo el miedo de ser libre el que se siente.
Con mi toca verde, vestido naranja, chalina rosa y botitas rojas, que pesan como rocas.
Viviré afuera del apretado tejido del mantón de vida, autosuficiente.
Estiraré en mi cuerpo, seré libre a donde ir quiera, o donde toca.

Bailaré por las noches como loca en las zonas de tonos camaradas,
Para recordarles que el color existe, llamarada en cobre.
Y cuando me canse y solo de habituada,
Dormiré sobre los listones de colores en fiebre,
Pero no atrapada, libre, hecha una pelusa, una lumbre,
Camuflándome entre los mil tonos de mis compañeras hebras atrapadas y apretadas,
Contándoles en su eterna prisión, mis aventuras llenas de relumbre.

CLAUDIA MATTENET

JULIO 2017